El Restaurante Las Torres, que en tantas ocasiones se ha convertido en acogedora sede de las charlas privadas organizadas por el Club de Opinión “Lucas Mallada”, se transformó esta vez en protagonista, el pasado 30 de septiembre.
En este espacio que forma parte de la historia viva de la gastronomía altoaragonesa, los socios del Club compartieron conversación con Rafa Abadía, propietario y jefe de sala de Las Torres. Rafa ejerció de magnífico anfitrión, con una emotiva e interesante charla sobre su trayectoria y vida al frente de este negocio, salpicada de sus anécdotas más memorables. En la cocina del restaurante, junto con su amigo el chef Óscar Viñuales, la conversación transcurrió entre exquisitas tapas, risas y momentos imborrables.
La cita fue mucho más que una charla sobre cocina: fue un viaje por los recuerdos de una casa que ha marcado generaciones, un homenaje a Fernando Abadía, hermano de Rafa y alma fundadora del proyecto, y una reflexión sobre la profesión, la ciudad y la vida entre fogones.
Las Torres, un restaurante con estrella
Este icónico restaurante oscense, uno de los primeros de la ciudad que logró una Estrella Michelin, se distingue por combinar cocina tradicional, toques de vanguardia y productos de temporada y de proximidad. Sus espectaculares puertas de madera labrada invitan a descubrir un mundo donde la cocina local se hace universal, y donde el detalle se cuida al máximo, desde la elección de la materia prima hasta la experiencia en la mesa. Rafa Abadía abrió las puertas de este establecimiento emblemático en 1989, junto a sus hermanos Fernando y Alfredo. Lograron una exitosa combinación de dos artes: la pasión por la gastronomía del chef Fernando, y a la elegancia de Rafa y Alfredo en la sala.
Rafa comenzó la charla recordando los primeros años del restaurante, aquellos tiempos en los que Las Torres comenzaba a tomar forma y se cimentaba la identidad de un equipo que apostó siempre por la calidad y el respeto al cliente. “Los primeros diez años fueron de mucho trabajo”, rememoró. “Fernando decía que esta cocina era un Porsche: en ella se podía correr, pero sobre todo disfrutar”. Y se emocionó recordando a su hermano Fernando, fallecido en 2006, cuyo nombre ha quedado también para la posteridad ligado a la gastronomía de calidad, a la innovación y al trabajo en equipo, no solo en Huesca: Fernando Abadía fue Premio Nacional de Gastronomía en el 2000, además de recibir numerosos premios y reconocimientos como la medalla al Mérito turístico del Gobierno de Aragón.
Cuando Fernando falleció en 2006, Rafa tomó el relevo. “Me dejó el testigo y tuve que seguir tirando del carro”, recordó. “Hemos vivido momentos duros, pero también muy bonitos. He aprendido muchísimo de los clientes. Si Las Torres sigue vivo es gracias a la gente de Huesca”.
Veinticinco años después de aquella gran reforma que marcó el despegue de Las Torres, la esencia sigue intacta. “Hicimos una renovación total de sala y cocina, pero el espíritu sigue igual. Desde entonces Fernando empezó a brillar como cocinero, y a partir de ahí llegaron las guías, los reconocimientos, y también una forma distinta de entender la gastronomía”.
Y siguen cosechando reconocimientos y premios. Tras más de 36 años, Rafa sigue al frente de esta institución gastronómica oscense, en cuyas mesas se han celebrado tantos acontecimientos sociales, empresariales o deportivos, se han cerrado acuerdos cruciales, y se han compartido secretos y conversaciones.
La mirada de Óscar Viñuales
Junto a Rafa, Óscar Viñuales, chef amigo de la casa, explicó los detalles de la etapa que vive hoy en día Las Torres. Óscar es un reputado cocinero que también acumula reconocimientos y premios, además de una trayectoria consolidada pasando por las cocinas de restaurantes como la Hospedería de Loarre, Flor de Huesca, El Batán (Monflorite), Cook Fiction o El Origen, además de su fase inicial en Las Torres.
Óscar Viñuales, que empezó en el restaurante de los Abadía con apenas 23 años, recordó sus primeros pasos en la cocina. “Fue aquí donde descubrí lo que era realmente la gastronomía. Fernando y Rafa me enseñaron que cocinar es respetar el producto, cuidar el detalle y trabajar con autenticidad”.
Óscar regresó para acompañar a Rafa en esta ocasión. “Fernando fue un referente, y tenerlo en la memoria cada día nos ayuda a mantener viva su manera de entender este oficio”.
El respeto de Michelin
Las Torres luce en su puerta la placa de “Restaurante Recomendado” por la Guía Michelin 2025, en reconocimiento a su cocina y servicio de calidad. Y durante casi 20 años, desde 1999 hasta 2018, mantuvo una Estrella Michelin, con todo el esfuerzo y sacrificios que este título implica.
“Siempre he defendido a la Guía Michelin”, explicó. “Nunca les pagamos nada. Venían, se sentaban y evaluaban con respeto”. Los evaluadores suelen proceder de Escuelas de Hostelería de Galicia, según Rafa Abadía. “No sabes quiénes son pero suelen reservar para dos y luego llega solo uno, piden un primer y segundo plato, un vino, postre y café, y siempre revisan el baño”, explicó.
“Michelin me apoyó incluso cuando Fernando ya no estaba, y eso para mí fue un reconocimiento enorme”, añadió.
Con la honestidad que le caracteriza, Rafa explicó por qué decidió devolver la Estrella: “No quería seguir con ese nivel de exigencia. En una ciudad como Huesca es difícil mantenerlo solo con la carta. Si no tienes banquetes o apoyos, te ahoga. Y preferí volver a disfrutar del trabajo, sin presiones”.
Sus palabras resumieron una filosofía de vida: “Yo, si hubiera seguido con la estrella, tal vez no estaría aquí ahora. La vida del restaurante se deteriora cuando dejas de disfrutarla”.
Historias de sala
El encuentro se animó con una sucesión de anécdotas que Rafa compartió con humor y naturalidad, muchas de ellas protagonizadas por clientes célebres. Recordó, por ejemplo, la visita de los reyes Juan Carlos y Sofía, que calificaron su experiencia como “una de las más cómodas que habían vivido”. O aquella comida en la que el entonces presidente Mariano Rajoy y varias autoridades compartieron mesa entre puros y bromas.
No faltaron los episodios más sorprendentes: una boda en la que apareció una pistola olvidada en el baño; un comensal que protestó por encontrar una muela en un trozo de pan, que resultó ser del mismo cliente; una madre e hijo que consumieron entre los dos 180 ostras; un cliente que exigía su champán servido en jarra de barro para que nadie viera la marca de la botella; un matrimonio que llegó en jet o una pareja de Andorra que se bebieron todas las botellas más antiguas de la bodega del restaurante.
Entre risas, Rafa reconoció que ha visto de todo en su larga carrera. “He aprendido a estar con todo tipo de gente. En este oficio hay momentos duros, pero también muchos de pura alegría”.
La verdad del oficio
En la segunda parte de la conversación, Rafa y los asistentes reflexionaron sobre la profesión y los cambios en el mundo de la hostelería. Se habló de los comentarios en internet, de las reseñas falsas y de la presión de las redes. “El 80 % de lo que se publica es mentira”, dijo sin rodeos. “Hay clientes que comen fenomenal, se van encantados y luego escriben lo contrario. Eso hace daño a la hostelería. No tenemos una defensa ante eso”.
También abordó el tema de las propinas y la cultura gastronómica del país: “España es un país sin propina. No la tenemos establecida y mucha gente no sabe cuánto dejar. Pero lo importante no es el dinero, es el respeto. Y eso sí que se nota”.
Rafa habló con la serenidad de quien ha visto pasar décadas de servicio y evolución. “No me considero un empresario, sino un trabajador. Soy el mulo que tira del carro. Aquí nadie puede decir que soy un marqués: barro, sirvo, cocino, y aprendo cada día”.
Mirando al futuro
Tras 36 años de carrera en Las Torres, Rafa Abadía sigue sintiendo la misma energía de los comienzos. “He tenido momentos difíciles, pero mi vida ha sido muy divertida y he aprendido muchísimo. La gastronomía me ha dado todo”.
Piensa en el futuro con una mezcla de orgullo y nostalgia: “Me quedan unos diez años para retirarme, y me gustaría hacerlo con la misma pasión. No necesito una estrella Michelin para sentirme realizado. Mi estrella son los clientes que siguen viniendo, los amigos que hemos hecho aquí y la memoria de Fernando, que sigue presente en cada plato”.
A su lado, Óscar Viñuales asentía con una sonrisa. “Rafa es el alma de Las Torres y una buena persona. Lo que mantiene viva esta casa es su forma de estar, de cuidar y de enseñar. Trabajar aquí es aprender lo que significa el respeto por la profesión”.
El encuentro terminó entre aplausos, brindis, risas y la promesa de otro próximo encuentro. Al finalizar, Javier Caudillo, presidente del Club de Opinión Lucas Mallada, y Antonio Bescós, vicepresidente, entregaron a Rafa y Óscar un obsequio realizado por Julio Luzán (Tecmolde), como agradecimiento en nombre de todos los socios a su amable colaboración.
En el aire quedó el aroma de las tapas elaboradas por Óscar, las grandes frases de Rafa (“el espectáculo está en la sala”) y el eco de una historia que sigue escribiéndose cada día en la cocina y las mesas de este restaurante único.






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