Carmen Castán, profesora del Colegio Salesiano Santo Domingo Savio de Monzón, ofreció una charla organizada por el Club de Opinión Lucas Mallada el pasado 28 de abril para compartir la experiencia de su reciente visita solidaria a los campos de refugiados saharauis.
En el desierto del Sáhara, desde hace 47 años, sobreviven en condiciones de vida extrema, solamente con la ayuda internacional, más de 200.000 refugiados que residen en jaimas o construcciones de barro, con apenas agua y comida muy básica. El gobierno español hizo pública en marzo su posición apoyando la autonomía del Sáhara propuesta por Marruecos, “un jarro de agua fría para su esperanza de ser libres”.
La docente realizó el viaje con sus dos hermanas, para llevar 600 kilos de ropa, calzado, material escolar y juguetes a los campamentos donde reside Lala, una niña de nueve años que acogieron en la familia de Carmen Castán durante el verano de 2019, en el marco del programa “Vacaciones en paz”, de la asociación altoaragonesa Alouda. La pandemia provocó que la pequeña no pudiera volver y Carmen, apoyada por sus hermanas, decidió organizar un viaje solidario al Sáhara.
La profesora, que tituló su emotiva charla como “Sáhara: arena, dolor y eternidad”, llegó acompañada por su hija Clara, su “fuente de inspiración”. Desde el inicio, dejó claro que “trabajo en educación por vocación y tenemos que hacer hincapié en los valores humanos. Estamos formando a las personas que cambiarán el mundo”.
Carmen Castán comenzó su relato contando la experiencia como familia acogedora de la pequeña saharaui Lala, que llegó a Monzón en 2019 con un estrabismo sin tratar. “Sacudió nuestras vidas, dejó un rastro imborrable de luz y energía. Y una causa por la que luchar”, explicó, emocionada. “Fue un verano con mucha agua. Allí no hay grifos, solo depósitos cubiertos por alfombras, uno por familia, sean el número que sean. El agua es para beber y cocinar. No hay baños. No pueden lavar la ropa. Lala ya sabía nadar al tercer día de estar aquí. Es increíble su capacidad de superación”.
Antes de que llegara Lala, la familia se informó sobre la situación del pueblo saharaui. “Buscamos por internet para conocer más sobre la historia y condiciones de esta comunidad. Vimos las imágenes de gente envejecida por las duras condiciones, jaimas, campamentos, desierto… Todos los países de África están descolonizados menos el Sáhara Occidental”.
Para explicar el recorrido histórico de los saharauis y situar en contexto a los asistentes, Carmen Castán proyectó el vídeo “Historia del Sáhara occidental en 5 minutos”. Y añadió: “En 1976 España abandonó el Sáhara. Marruecos ocupó el territorio y muchos saharauis tuvieron que huir. Ahora es un pueblo dividido. Marruecos construyó un muro de más de 2.700 km en solo siete años y aún existen siete millones de minas por la zona. En un lado, sobreviven con la ayuda internacional, y en el lado marroquí, sobreviven sin derechos. Es un pueblo abandonado y silenciado, pero no odian, viven resignados. Pero te hace preguntarte… ¿dónde está la justicia?”.
La profesora viajó con sus dos hermanas a los campos de refugiados en un avión fletado desde Madrid, relacionado con la organización de la carrera solidaria Sahara Marathon 2022, que se celebró el 28 de febrero en los campamentos. Previamente, involucró a su colegio con en una campaña de recogida de productos básicos. Y una de las hermanas de Carmen también organizó una campaña de recogida en el Decathlon de Madrid donde trabaja.
En total, consiguieron acumular 600 kg de material escolar, ropa, juguetes y calzado. “Allí se guardan los zapatos para ir al colegio, el resto del día van descalzos para no gastarlos”. Carmen Castán y sus hermanas se embarcaron en el avión con 140 kg. El resto fueron enviados con la colaboración del Ayuntamiento de Monzón y una empresa especializada en envíos al Sáhara.
SEIS DÍAS CON LOS SAHARAUIS
La aventura comenzó el 25 de febrero y se prolongó durante seis días. “Teníamos mucho miedo e inseguridad, porque es un viaje largo, tienes que pasar varios controles, hay muchos militares armados, vas por carreteras de piedra y arena, hay poca luz… Pero sobre todo íbamos con mucha ilusión por volver a ver a Lala y conocer de primera mano un campo de refugiados”.
El primer día lo recuerda como “muy ajetreado y con muchas emociones”. Carmen pudo reencontrarse con Lala y conocer a su familia. “Les trajeron a nuestra zona, porque Lala vive en otro campamento más alejado y por seguridad nos alojaron a todos en el mismo campamento. Los padres no hablan español pero nos dijimos todo con un abrazo que nunca olvidaré”.
El padre de Lala, cuya familia les acogió en el campamento de Smara, les explicó su trayectoria. “Tenía DNI español y trabajaba en una empresa española de atún. Con la ocupación marroquí, huyó como muchos otros y les costó un mes llegar a los campamentos de refugiados. Se merecen poder volver a su tierra”.
La docente de Monzón detalló varios aspectos de la vida saharaui que le impactaron. “Allí lo que más tienen es tiempo. Los niños van a la escuela por la mañana pero luego no hay nada. Juegan con ruedas rotas. Ves en la calle cabras famélicas que comen ropa o cartón. Impresiona la dureza del terreno, todo piedra y arena, pero también las bonitas puestas de sol. Y las temperaturas, que ya en febrero eran cálidas por el día, con tormentas de arena todas las tardes, y gélidas por la noche. Por eso no pueden ir cooperantes en verano, con más de 50º a la sombra no lo resistirían”.
Y la seguridad de los visitantes es una de sus obsesiones. “No se pueden permitir que a ninguno de los cooperantes les pase nada, porque viven de la ayuda internacional, por eso vigilan constantemente ante cualquier posible peligro”. Los refugiados despliegan toda su hospitalidad con los visitantes. “Para ellos es una alegría que lleguen cooperantes, te acogen con cariño, te ofrecen lo poco que tienen, y cada noche acaba con té y baile”.
El 28 de febrero Carmen y sus hermanas participaron de forma simbólica corriendo 5 km del Sahara Marathon. “Es una forma de dar visibilidad a su causa, es deporte solidario de gente que procede de doce países. Es impactante porque en los últimos metros los niños saharauis te cogen de la mano y te acompañan hasta la meta”.
Las tres hermanas vivieron casi una semana de emociones intensas y actividad constante: repartieron el material recopilado en España en los campos, vistaron un colegio, una guardería y un centro de educación especial.
La despedida fue difícil. “Después de seis días, los dejas como están. Se te rompe el corazón por una situación tan injusta. Tienes que digerir lo visto, sentido y vivido. Pero te llevas una mochila cargada de esperanza”.
QUÉ PODEMOS HACER
Los socios del Club de Opinión Lucas Mallada preguntaron a Carmen Castán por las condiciones de vida de los saharauis, cómo es su día a día, las graves complicaciones de vivir solamente de la ayuda humanitaria, la incapacidad de desplazarse porque no disponen de documentación o la situación de abandono internacional. “El Sáhara Occidental, el territorio que les correspondería, tiene mucha riqueza en pesca y minerales y hay muchos intereses políticos”, explicó.
La charla impactó en los asistentes, que preguntaron a Carmen por las vías para poder ayudar. Carmen Castán explicó que existen muchas formas de colaborar con el pueblo saharaui. “Se puede recoger y enviar material, colaborar con Alouda acogiendo niños en verano, dar voz a su causa en redes sociales o yendo a las manifestaciones… Que lo injusto no nos sea indiferente”.
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