José Domingo Dueñas, doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Zaragoza, puso en valor la figura del célebre escritor altoaragonés Ramón J. Sender en la charla organizada por el Club de Opinión Lucas Mallada el pasado 24 de marzo. Dueñas destacó ante todo la extensa y variada obra del autor, que no siempre ha visto reconocida su contribución como escritor y ensayista.

Para el profesor Dueñas, Sender fue, para bien y para mal, “una víctima del siglo XX”, el más violento de la historia de la humanidad. El escritor nació en Chalamera (Huesca) en 1901, en el entorno de una familia de agricultores procedente de Alcolea. Según explicó el filólogo, “sus padres se liberaron del cultivo de la tierra. El padre era secretario de ayuntamiento, y la madre fue maestra aunque ejerció poco tiempo porque tuvo 19 hijos, de los sobrevivieron diez. La madre les contaba con orgullo haber podido trabajar de maestra. Pero en esa época había un erorme mortandad infantil. Sender era el mayor de los varones. Algunos murieron con pocos meses o años”.

¿Por qué escribía?, se preguntaba el especialista en Sender al inicio de su conferencia. “El arte de la literatura es una necesidad en el ser humano para abordar asuntos importantes, incógnitas del ser humano para intentar explicar la vida. Es el caso de Sender”.

¿Por qué escribió tanto y de forma tan frenética? Como explica Dueñas, “Sender explica en sus entrevistas que es escritor por una necesidad biológica de expresarse. Cada libro era consecuencia de una crisis vital o personal, y escribió más de cien libros, así que tuvo una vida nada sencilla. Fue un hombre tremendamente culto, leído, pintaba, le interesaba la ciencia…”.

En opinión del filólogo, Sender no tuvo mucha suerte con la posteridad. “Unas veces se le ha encumbrado como un genio y otras veces denigrado. Era un hombre difícil, paranoico decía el mismo, tenía cierta manía persecutoria en algunos momentos, y se quedaba fácilmente solo, aislado políticamente sin un grupo que le respaldara”.

SUS MODELOS

Ramón J. Sender se fijó en modelos importantes como Alejando Sawa y Pío Baroja. “Sawa no fue un gran escritor pero sí un gran personaje, era el arte en sí mismo. Era el Max Estrella de Luces de Bohemia de Valle-Inclán, el modelo de los bohemiso. Sender también quiso ser bohemio y se fue muy joven a Madrid, cuando terminó el bachillerato porque quería conocer a los personajes de la cultura de ese momento. Sawa era el modelo de muchos jóvenes, grandes bohemios y artistas… pero se dieron cuenta de que era un callejón sin salida porque les faltaba voluntad o talento”.

Sender también fue un seguidor de Baroja. “También era un hombre difícil, hosco, misántropo… pero se fijó en su aspecto literario”. Su gran referente moral fue Valle-Inclán, que falleció cuando Sender tenía 35 años. “Fueron buenos amigos, tenían grandes conversaciones. Lo consideraba un clarividente de la literatura de cada momento. Anticipó la literatura social de los años 30. Según Sender, Valle-Inclán tenía gran información y la sabía manejar muy bien. Siempre tuvo gran admiración por él”.

Sender explicó, ya al final de su vida, que “siempre le había tocado estar en medio de la refriega”. En efecto, tal como explicó Dueñas, “Sender vivió varias guerras como la Guerra de Marruecos y la Guerra Civil, en su juventud vivió en varias localidades aragonesas según los trabajos de su padre, estudió en un colegio religioso en Reus y en Zaragoza… Terminó el bachillerato en Alcañiz”.

Dueñas continuó su exposición con un repaso de la vida nómada del escritor. “En 1918 fue a estudiar letras a Madrid en el año de la mal llamada gripe española y como cerraron la universidad, no pudo continuar. Volvió a Huesca en 1919 con su familia, luego cumplió la mili en Marruecos, y aquí trabajó en el diario La Tierra. Luego trabajó en El Sol, en Madrid…”.

PRIMERA PUBLICACIÓN, A LOS 15 AÑOS

Pero su primera publicación data de 1916, a los 15 años. Un cuento titulado “Noche de ánimas. Recuerdos infantiles”, que se publicó en una revista de Zaragoza llamada La Crónica de Aragón, en el que ya muestra “una cierta estima elevada como artista, reproduciendo el estilo modernista”. Cuando volvió a España durante su exilio, 60 años después, Sender recordaba que “cuando él mismo iba a entregar los cuentos, pensaba que no lo publicarían y luego aparecía en un lugar destacado del periódico, y la gente felicitaba a su padre por la calle, pensando que él era el autor”.

En Huesca, Ramón J. Sender se convirtió con tan solo 19 años en director de “La Tierra”, periódico portavoz de la Asociación de Agricultores y Ganaderos del Altoaragón, cuyo gerente era su padre. “Publicó cuentos y crónicas de todo tipo, pero lo dejó en 1923 para hacer el servicio militar en Marruecos”.

Cuando regresó de tierras africanas, Sender entró a trabajar en el periódico El Sol en Madrid. “Se entrevistó con Urgoiti, un importante empresario vasco reformista, liberal, propietario de varios periódicos y de una empresa papelera… El sol era el periódico más importante de la época, y daba mucha importancia a la cultura y al arte. Urgoiti le preguntó si quería saltar de la tierra al sol. Allí escribían los grandes del momento y fue su gran escuela como periodista y escritor. Estuvo hasta 1930 y allí escribió también sobre otros aragoneses como Joaquín Costa, de Lucas Mallada, del centenario de Goya…”.

Como sucedió con otros intelectuales de la época, Sender se fue radicalizando en política. Como señala Dueñas, “en aquella época Sender se integra en un grupo de anarquistas que se llama Espartaco. Después se desilusiona porque no había objetivos claros. Escribió su primera gran novela, Imán, sobre su experiencia en Marruecos, y Siete Domingos rojos, sobre las luchas sociales en Madrid. También publicó una biografía de Teresa de Jesús y estuvo en la cárcel y contó su experiencia. En años 30 se convierte en un gran periodista y escritor, en aquellos años hizo un gran reportaje de la famosa matanza de Casas Viejas…”.

En 1935 recibió el Premio Nacional de Literatura por la novela Mister Witt en el cantón, sobre la sublevación cantonal en Cartagena durante la I República Española. Un año que los expertos marcan “de inflexión” en la vida de Sender, tal como destacó Dueñas. “Conoce a su primera mujer, Amparo Barayón, con la que tuvo dos hijos. Se va dando cuenta de que la lucha política conduce a poco y en sus novelas trata cada vez más temas de carácter antropológico, filosófico, existencial… Se anticipa al giro de otros escritores de la época, dejando a un lado los retos políticos”.

José Domingo Dueñas recordó en su conferencia que Sender no habló a sus hijos de la historia de su madre por evitarles el sufrimiento y porque “tal vez se sentía culpable. La fusilaron en Zamora en 1936, cuando su hijo Ramon tenía dos años y su hija Andrea solo 6 meses. La guerra les pilló en Segovia de veraneo, en lado franquista. Sender se incorporó al bando republicano y dijo a su mujer que se fuera a Zamora, donde tenía familia. Allí fue fusilada, como uno de sus hermanos, y Sender siempre pensó que la mataron por ser su mujer, aunque hay historiadores que opinan que no fue por eso. También en esa época murió el hermano de Sender más cercano, Manuel, que fue alcalde de Huesca en dos ocasiones. Esas dos muertes violentas en la Guerra Civil le marcaron”.

EL EXILIO

En 1938 Sender rompe con el partido comunista y se sintió perseguido por sus antiguos compañeros, sobre todo en su primera etapa del exilio en México. “En 1953 cuando muere Stalin vuelve a respirar y colaborar de nuevo con la prensa anarquista. En este alejamiento del comunismo (no era lo que les habían prometido) coincidió con otros escritores, tuvo una sensibilidad especial para detectar corrientes ideológicas internacionales de la época”.

En el exilio Sender sigue publicando con gran profusión. “Es su mejor época como escritor, la más productiva”. En 1939 publica dos libros en México. Uno de ellos, El lugar de un hombre, centrado en Alcolea, es “una defensa del humanismo, de la tesis de que cualquier persona tiene un lugar en el mundo que es irremplazable. Sender era un gran aragonés, se arraigaba en su infancia pero era un personaje universal”.

Como recordó Dueñas, Sender empieza a escribir sus memorias a los 41 años. “Construye su infancia como un paraíso perdido”. Y en los años 60 tuvo una gran capacidad fabuladora. “Decía que sus novelas eran una batalla contra la realidad, quería explicar la vida y su situación”.

En 1952 conoce a Joaquín Maurín, de Bonansa (Huesca), fundador de la American Literary Agency en Nueva York, donde Sender colabora, y se hacen amigos íntimos.

En 1965 Sender puede publicar de nuevo en España, y lo hace con El bandido adolescente, la historia de Billy el niño, y el público español volvió a aficionarse a sus obras. “Sender también pintaba, hay muestras de sus cuadros en el Instituto de Estudios Altoaragoneses en Huesca”, destacó Dueñas. “Picasso, que fue amigo en París, le dijo que pintaba bien”.

Su segunda mujer fue una vasca, Elisabete de Altube, con la que se casó en 1937 y tuvo un hijo, Manuel. Su tercera mujer fue Florence Hall, con la que se casó dos veces, y tuvo dos hijos más. “Fue su colaboradora y traductora, pero Sender fue un hombre complicado”.

Sender regresó a España cuando le concedieron el Premio Planeta por En la vida de Ignacio Morell (1969). En opinión de Dueñas, “dicen que Sender vivió una evolución ideológica muy marcada, pero yo no creo que fue así, que fue un hombre bastante fiel a sí mismo que mantuvo un núcleo moral importante en su vida”.

Dueñas cerró su exposición hablando sobre los hijos de Sender. “Su hijo Ramón era músico, vive en San Francisco y la hija es monja protestante, vive en Nueva York y es la que primero revisaba sus libros. En 2001 se vieron por videoconferencia para un vídeo de Monesma, con motivo del centenario de su nacimiento, y hablaron de su padre. Fue mal padre para ellos porque los abandonó, los dejó en adopción con una escritora estadounidense, pero un héroe en la distancia. Sender decía que quiso alejarlos de su posible muerte, no convivió con ellos”.

José Domingo Dueñas, estudioso de la figura de Sender, concluyó explicando que “fue un escritor que sigue iluminando parcelas importantes del ser humano, que merece la pena seguir leyendo, que vivió una época violenta y una vida dramática”.

PREGUNTAS DE LOS SOCIOS

Los socios del Club de Opinión Lucas Mallada alabaron la presentación de Dueñas y realizaron distintas consultas al experto. La primera, acerca de Manuel, hermano bastante desconocido de Sender, abogado que fue alcalde de Huesca en dos ocasiones, fallecido en 1936 a los 31 años. También consultaron sobre la relación de Sender con la finca de Monte Odina y la polémica propuesta para Premio Nobel en 1979.

Los socios preguntaron también por la novela El Vado, situada en Aragón, sobre Guerra Civil, cuyos beneficios donó a los exiliados. También se comentaron sus visitas a Huesca, con conferencias abarrotadas, y a Chalamera, donde solo vivió dos años pero cuentan que mandó dinero siempre.