“Confesiones de un cura educador” es el título de la charla que ofreció Josan Montull, sacerdote salesiano, ante los socios del Club de Opinión “Lucas Mallada” el pasado 22 de febrero en el restaurante Las Torres de Huesca. Su relato estuvo salpicado de emotivas experiencias y anécdotas de su vida como educador y sacerdote tanto en Barcelona, en su primera etapa laboral, como en la actualidad, en los Colegios Salesianos de Huesca y Monzón.
“Tengo 63 años, soy cura desde los 31, y no he hecho otra cosa en la vida más que dedicarme a la educación. Toda la vida ha estado con chavales”, explicó Josan Montull al inicio de su charla. “Y de cura, como de padre, uno nunca se jubila”.
Montull estudió Teología. “En mi pueblo, los maestros nos pegaban y los párrocos nos querían mucho, eso me animó a ser cura. Tuve ejemplos muy buenos de entrega y cariño a los demás”. Posteriormente, realizó su tesis sobre el cine relacionado con su carrera, ya que el séptimo arte siempre le ha apasionado, igual que el teatro, tal como refleja a menudo en su blog.
Durante sus primeras experiencias laborales, este sacerdote de San Esteban de Litera trabajó en Barcelona como educador de jóvenes de la calle, con intensas vivencias que le marcaron para siempre y que plasmó en su libro “Chicos de la calle. Una experiencia educativa con adolescentes desescolarizados” (1994). “Fueron los años de la heroína, algunos murieron…”, recordó con tristeza.
EL BUEN PASTOR
El educador destacó una frase de su filosofía como cura y profesor: “Esmérate en creer lo que lees, enseñar lo que crees y vivir lo que enseñas”. Josan Montull explicó que cree en el modelo educador de “El Buen Pastor” del que habla el Evangelio. “Yo soy cura haga lo que haga, mientras hago teatro o estoy en clase, o tomando algo. Y yo no puedo predicar aquello que no creo. Por ejemplo, el Buen Pastor llama cada oveja por su nombre y las ovejas reconocen su voz. Pues yo intento aprenderme los nombres de todos los chavales y conocerles, y que reconozcan también mi voz como una voz cercana a ellos”.
Siguiendo con El Buen Pastor, Montull explicó que tampoco quiere ovejas encerradas. “El educador tiene que dejarles volar pero va con ellos, les acompaña con el ejemplo, con el testimonio. Yo les doy mi teléfono móvil por si me necesitan. Intento que me conozcan y me aprecien porque cuando acaba la clase, yo sigo siendo educador y cura”.
Para este tertuliano y tuitero, la compasión es esencial en la educación. “Hay muchos chavales que están solos y rotos. Hay situaciones familiares terribles. Nos hemos acostumbrado, por ejemplo, a decir que nuestro país hay más divorcios que bodas. Bueno, pues eso evidencia un problema”.
En su vida educativa, Josan Montull dice haberse avergonzado en numerosas ocasiones. “Recuerdo a Tomás, de una familia muy pobre del cinturón industrial de Barcelona, que conseguimos que viniera a clase pero un día me dijo que no vendría porque iban a buscar a su hermano, que salía de la cárcel. Y me enfadé con él porque no volvió en una semana, y le eché la bronca cuando volvió, sin dejarle hablar. Después me explicó que cuando salió de la cárcel, a su hermano lo habían matado por las cosas de la heroína, y venía a pedirme que hiciera el entierro. Me quedé con cara de gilipollas. Me preparé la misa y en un momento levanté los ojos y fue un fogonazo. Lo que vi me dio tanta pena… una familia rota por la droga, que me eché a llorar, una vergüenza. Pero luego el lunes vino Tomás a decirme que sus padres me daban las gracias por hacer una misa, no con el libro sino con el corazón. Y ha sido el elogio más bonito que me han dicho. Sin compasión no hay educación”.
OVEJAS PERDIDAS
Siguiendo con El Buen Pastor, el sacerdote salesiano explicó que también va en busca de la oveja perdida. “A veces te la juegas por dejar al resto de ovejas y lanzarte a buscar a la oveja medio tonta que no sigue al rebaño y cuando la tienes, no le riñes sino que la cargas en tus hombros y la llevas al redil”.
Continuando con el símil, Josan habló de “los pastos” en los que les toca trabajar en la actualidad a los profesores. “Menudos pastos, porque creo que llevo nueve leyes educativas, y las leyes de la educación no se hacen con criterios educativos sino políticos. Y eso provoca una esquizofrenia tremenda entre los profesores, con normas permanentemente cambiantes”.
Respecto a la “ganadería”, Josan mostró un vídeo y explicó que “tenemos chavales complicados, pero son los nuestros, y todos tienen algo bueno dentro. Cada chaval es un misterio, pero a veces no lo vemos”. Josan contó también su experiencia en un campamento al que asistieron dos hermanos con la piel quemada, deformados y traumatizados porque su padre, un maltratador, quemó su casa con ellos dentro.
También explicó el caso de una madre soltera joven, con un novio maltratador, para la que consiguieron recaudar fondos para cuidar de su hijo. El cura recordó la historia con una imagen bautizando al bebé. “Como no había hecho cursillo prebautismo y no le dejaban, le bauticé en un centro juvenil que no era ni parroquia ni iglesia, pero fue muy bonito”.
Relató además el caso de una chica guineana que llegó al colegio de Monzón con 11 años, de la que se burlaban por querer ser médico y, tras esforzarse mucho, lo ha conseguido.
Josan Montull recordó que la palabra educar viene de exducere, que significa extraer de dentro hacia fuera, e implica incitar y guiar. “A veces lo que queremos es meter ideas dentro pero yo creo que lo que tengo que hacer es ayudar a que el chico o la chica descubra lo que hay dentro y lo saque fuera, porque hay cosas maravillosas. Nunca hay que pensar que con un joven no hay nada que hacer”. Y relató la gran ayuda de los jóvenes el pasado verano cuando se inundó el Centro Juvenil del Colegio Salesiano de Huesca. “Estuvieron durante dos noches hasta las tres de la mañana sacando agua, y descubrí mucha bondad en ellos”.
PRESENCIA Y ALEGRÍA CON LOS JÓVENES
La presencia y la cercanía es otra de las “convicciones” de este sacerdote en la educación. Y también la alegría. “A veces la mala leche incluso ha fomentado mucho ateísmo y hay misas que son ciertamente inaguantables, no atraen a los jóvenes”. Josan mostró el humor que siempre le acompaña, enseñando una foto en la que el novio, un exalumno, le pidió disfrazarse de Elvis antes de comenzar la ceremonia de boda.
La apertura la trascendencia es otro de los puntos básicos para Montull. “Yo creo que Dios vive en los chavales, para un salesiano Dios está en el corazón de cada chaval, y los trato con un respeto reverencial. Y no solamente eres educador cuando estás en la clase, eres educador en todo momento y tienen que saber que siempre pueden contar conmigo”.
El amor es un sentimiento fundamental, según este educador. “Yo no puedo educar a nadie en el que no crea, que no ame. Eso significa estar a todas, sean católicos o no, de misa o no, musulmanes que están de Ramadán… Cuando estuve con Covid recibí mensajes increíbles de muchos alumnos”.
También relató el apoyo emocional que recibió de sus alumnos cuando falleció su padre. “Soy hijo único y cuando murió mi padre y preparé el entierro, no pensé en quién entraría el féretro, y me encontré con la sorpresa de que lo entraron un grupo de mis alumnos de 16-18 años, que improvisaron y lo entraron a hombros. Yo me emocioné. Lo que das, lo recibes”.
DEBATE CON LOS ASISTENTES
Posteriormente a su charla, en el debate con los asistentes surgieron varios temas interesantes en torno a la educación y los valores. Hablaron sobre la falta de vocación entre los profesores en la actualidad, la complicada labor de los docentes ante la situación actual de muchas familias, la desprotección de los maestros y el acoso escolar, por ejemplo, sobre el que Montull destacó que “hay que crear un ambiente en los centros educativos que favorezca el respeto y la tolerancia, hay que educar para el afecto”.
Respecto al debate que surgió sobre las leyes educativas, Josan opinó que “la actitud de los alumnos debería tener repercusión académica y la cultura religiosa, no la religión, debería ser para todos porque hay un gran desconocimiento”.
Para cerrar, Josan leyó la carta de agradecimiento que le llegó de una joven toxicómana a la que ayudó. La chica estuvo en Proyecto Hombre, y consiguió salir adelante, apoyada por el sacerdote, y arrepentida por todo el daño que se había hecho a sí misma y su entorno. Josan Montull celebró su boda años después.
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