DEBATE REALIZADO POR LOS SOCIOS DEL CLUB DE OPINION LUCAS MALLADA EL 12/11/2015

Cuando en la junta directiva se pensó qué tema podría constituir el objeto del próximo debate, enseguida pusimos la mirada en la situación institucional y social de nuestro país en este momento. Estamos viviendo un período en el que el relativismo instalado de forma generalizada en todos los ámbitos, hace que los principios y fundamentos de la convivencia social, cuando menos pasen a un segundo plano tras las dudas instaladas sobre la preeminencia de cualquier valor.


Con el título elegido se pretendía centrar el debate en dos sujetos determinados de la acción política: quienes detentan el poder y cómo acceden al mismo y en contraposición, cómo los administrados de ese poder que son los electores que propician ese acceso, quedan o no al margen de las acciones y decisiones de gobierno. Se intentó así profundizar en las relaciones entre estos dos grupos actuantes en el funcionamiento de los actuales sistemas democráticos.


La “ciencia política” desde su inicio viene sufriendo adaptaciones conceptuales a cada época vivida por lo que por ejemplo conceptos como “democracia” o “república” adquieren significados muy diferentes desde la época clásica a la modernidad actual. Por lo tanto creemos que haciendo presente aquella máxima del “nada permanece, nada es” debemos intentar toda la sociedad democrática desde la subjetividad intelectual de cada uno, llegar a conceptos centrados que adquieran significado y realidad para una mayoría lo más amplia posible y así reconstruir entre todos un nuevo orden social imprescindible para la convivencia y el progreso y en defensa de los intereses generales que caracterizan a nuestra sociedad.


Si analizamos la historia de los sistemas políticos, nos daremos cuenta que partiendo de los modelos de la época clásica en Grecia y Roma, la evolución tras las teorías y sistemas de gobierno teocráticos medievales que se prolongaron hasta las revoluciones del XVIII, llegando a la época moderna, tienen su principal componente y razón en el de la legalidad en los sistemas electorales que legitiman el poder y que hasta el siglo XX no se generalizaron a la totalidad de la población. Hay que decir aquí que a pesar de los avances propiciados por el mundo desarrollado occidental, todavía hoy los sistemas de representación universal no se hallan implantados realmente más que en un número comparativamente reducido de países, siendo el sistema democrático privilegio de no muchos estados.


Admitiendo pues que los procesos electorales suponen la base de los sistemas democráticos actuales, conviene aquí ver cómo la creación de los partidos políticos en el siglo XIX constituyó, junto las nuevas ideas de soberanía y legitimidad, una evolución de las ideas ilustradas que nada tenían ya que ver con las ideas de democracia en sus orígenes de la Grecia clásica, en la que la representación y participación estaba reservada a unas minorías significadas
con la categoría de ciudadanos


Se posibilitó así la evolución de los conceptos de soberanía basados en una representación social que posibilitaba la contraposición de ideas antagónicas 
para llegar a acuerdos parlamentarios en los avances sociales y de gobierno.


Otra cosa a añadir en este análisis es, si los partidos políticos hoy en día, constituyen realmente un modelo de representación política de la sociedad actual y si los mismos procuran en el ejercicio del poder que detentan, una auténtica representación de la diversidad social existente en sus diferentes conceptos ideológicos, sociales, económicos, religiosos etc. y si además procuran como les corresponde y es obligado en el concepto de democracia actual, la representación de los intereses generales y fundamentales de toda la sociedad en su diversidad y no solamente los de los afiliados y simpatizantes de su ideología.


Trasladar a nuestra sociedad estas reflexiones, con el localismo pronunciado que le caracteriza, tiene no pocas dificultades y tras el diálogo establecido con intervenciones de los asistentes al debate, queda de manifiesto las particularidades de cada punto de vista que se produce, diferenciándose cada enfoque según los personalismos y vivencias de cada uno, lo que hace que se produzcan diversas interpretaciones sobre la realidad local de la representación política en nuestra sociedad. Es una muestra clara de la diversidad existente en nuestra sociedad de conceptos e interpretaciones que pueden converger para llegar a un diálogo constructivo, como motor de una participación generalizada de la sociedad.


Así aparece como una opinión unánime de los asistentes, lo obsoleto de la ley electoral vigente en España así como la necesidad de elaborar un nuevo sistema de elección, en el que la representatividad resultante adquiera necesariamente una mayor calidad y proporcionalidad pragmática que redunde en una mejor acción política de todas las instituciones del país. Las referencias de modelos existentes en países de nuestro entorno son variadas y a la vista están los resultados obtenidos para una mejor gestión política.


Además del sistema electoral, se pone de manifiesto la opinión generalizada en el debate sobre la escasa calidad formativa de un buen número de nuestros representantes, aspecto éste que sin duda alguna tiene una repercusión negativa en la gestión política, como concepto general y sin necesidad de entrar en particularidades. Sería pues deseable al menos, que los partidos políticos realzasen un esfuerzo notable en la captación de candidatos y en la elaboración de listas electorales, basando esta gestión en conceptos necesarios de una excelencia y calidad personal demostradas e indiscutibles, como valor exigible a cualquier aspirante a formar parte de esa minoría cualificada que ha de ser responsable de una adecuada gestión política.